lunes, 30 de enero de 2012

Blanco Perfecto



"El verdadero arte consiste en llegar hasta las últimas consecuencias." 
Henry Miller.




Sentado se le veía distinto, serio, rígido, como si estuviera esperando una mala noticia, pero ahora que esta detrás mío su semblante es otro. Confieso que me ha tomado por sorpresa, parece uno de esos tipos misteriosos que bien pueden estar escondiendo una pistola o un anillo de compromiso.

Yo no oculto nada, pero me suelo disfrazar que es distinto, siempre soy yo como quiera que me vean; hoy por ejemplo estoy encubierta de una paciente más con una muela picada y él probablemente está aquí por un blanqueamiento dental que desde mi punto de vista es lo único que le falta para ser el dentista apuesto que anuncia una marca de dentífrico, sin embargo ambos sabemos que todo esto es puro teatro.

No hemos cruzado palabra alguna, si acaso algunas miradas que terminan en el borde de la mesa de centro o en  los cuadros de Botticelli que cuelgan de las paredes. Casi puedo escuchar su respiración y cómo pasa saliva de vez en cuando.   

Sé que lo desea pese a su aparente solemnidad; su mirada parece traicionarle y mi intuición me dice que en realidad es un cazador estudiando su presa. Me pregunto qué sería de las liebres si estas vieran en los ojos de los cazadores su verdadera intención. Seguramente adivinarían como lo hago ahora, que están a punto de morir y entonces ni siquiera se acercarían al cebo.

Pues bien he mordido la carnada. Abro las piernas sólo un poco, pero es suficiente para que su mueca se transforme, supongo que no esperaba una presa dispuesta a ser cazada. Sus ojos se me han clavado como balas, parece que ha olvidado que se encuentra en un consultorio dental. Se moja los labios y puedo ver como sus pulmones se hinchan al respirar. Creo que está agitado.

Me toco. Siento como mi dedo índice resbala y compruebo que soy como una ceda empapada. Si me lo permite podría seguir hasta el final, pero de súbito se levanta de su asiento. Aunque le tiemblan las manos intenta incorporarse y al fin ha esbozado la mitad de una sonrisa. Me toma de la mano y con un movimiento difícil de describir nos coloca de frente a un muro.

De cara a la pared suspiro al recordar que traigo puesta una falda corta. Existen maniobras que simplemente son irrealizables cuando se viste pantalón. Reconozco que la eterna discusión sobre igualdad de género es absurda y en este momento prefiero ser una mujer dócil.

Parezco un criminal a punto de ser esposado. Ha llevado mis manos y brazos a uno y otro lado de mi cabeza y por la fuerza con que lo hizo parece que no quiere que las mueva de ahí. Yo le obedezco.

Aunque se encuentra detrás puedo oler su humor, mezcla de maderas, tabaco y sudor; sin duda este último me provoca. Cierro los ojos e imagino cómo es su miembro, si tiene vello púbico profuso o si es lampiño, al tiempo que escucho como baja el cierre de su pantalón.

Semidesnuda con la espalda arqueada, no puedo evitar levantar un poco las nalgas y recuerdo fugazmente un capítulo de mi serie favorita en la que una puta es atada de manos y violada de cara a la pared de un callejón abandonado. Pienso que en algún momento ella pudo haber convertido aquel acto perverso y violento en una experiencia de psicomagia.

Siento el roce de su pene con mis nalgas, es tan suave que me hace dudar y creo que aquella sensación también podría deberse a la punta de su lengua, sin embrago la falta de humedad me devuelve la visión de su miembro a punto de penetrarme y de sólo pensarlo se me eriza la piel.

Hasta ahora no hemos cruzado ni una sola palabra, todo indica que nuestra piel dialoga mejor de lo que esperábamos y eso está muy bien, sería más que desagradable escuchar su voz por primera vez mientras cogemos, siempre existe el riesgo de que uno de los dos posea una voz ridícula y entonces sería el final. Sucede a menudo que los hombres con voz seductora poseen un aspecto no tan agradable y viceversa.

Las palmas de las manos me hormiguean; estoy nerviosa y ansiosa al mismo tiempo; rezo porque mi estómago aguante aquella presión y no me propulse directo al baño. Detesto sentir nervios en pleno interludio sexual, es decir ¿qué clase de señal es esa? Me resulta de risa pensar que mi cuerpo se niegue a este tipo de placeres y por ello lance señales de alerta a todo mi sistema. Ya me imagino a mis neuronas –Alerta roja, alerta roja, se avecina un torrente de endorfinas a las diez en punto-

De a poco su pene va resbalando en lo que ahora parece un caudal imparable. Lo hace tan lento que sus brazos que están apoyados también contra la pared tiemblan; siento su aliento sobre mi espalda y una corriente de saliva se acumula en mi garganta, quisiera toser pero no lo hago. Lo hace tan despacio que alcanzo a escuchar el sonido de nuestras articulaciones en movimiento.

Cuando por fin entra me doy cuenta de lo erecto y rígido que se encuentra, entonces empieza a moverse y me siento como si bailáramos samba, despacio y sin parar. Mis sentidos están atentos a todo; escucho el choque de sus piernas con mi trasero, es como si me diera nalgadas a un ritmo constante.

Sabe que tiene el control y de vez en cuando amenaza con salirse abruptamente de mi. Cuando lo hace vacila un poco y toma impulso para penetrarme con más fuerza; justo en ese momento siento que voy a terminar, desearía que me tomara del cabello y me dijera alguna palabra obscena, quiero gritar y no puedo.

Estoy acabando, mi cuerpo entero se dilata. Nunca había estado tan húmeda; olvido que es un completo desconocido y empiezo a gemir, me muerdo los labios para no gritar y de pronto tengo un extraño sabor a hierro en toda la boca. Me duele el labio inferior pero no importa, estoy teniendo un orgasmo que hace eco en toda yo. No puedo pensar, no quiero si quiera pensar, siento su piel, su pene, su sudor toda su humanidad me esta atravesando y nada en este momento me importa más que lo que estamos teniendo.

Veo borroso, apenas estoy superando la sensación cuando acelera sus movimientos. Lo hace con tal fuerza que mis piernas están a punto se doblarse, pero trato de mantenerme en pie, sé que está a punto de terminar porque se le escapan una especie de quejidos que sofoca con mucho trabajo, es como si estuviera luchando contra alguien.

Ha eyaculado. Lo sé porque sentí una descarga líquida y caliente adentro, seguida de una espiración tan prolongada que casi revienta su caja torácica. No sé bien que hacer, si voltearme y decirle –Hola me llamo tal por cual mucho gusto-  o quedarme recargada en la pared hasta que desaparezca tras la puerta del consultorio. Si al menos supiera su nombre…





domingo, 29 de enero de 2012

PITONISA I



PITONISA I


"Hazlo bien y no mires con quien" 
Woody Allen.




-¿Te das cuenta?, somos como un astrolabio-, dijo, y enseguida encendió un cigarro 

-Hace poco más de cinco años, unos supuestos asesores de la NASA me contactaron por el correo electrónico: “Estimada Pitonisa, tenemos conocimiento de las diversas premoniciones que ha comunicado al Dr. Joseph L. Kohrs, del Consejo Asesor de la NASA. Dadas las circunstancias es de vital importancia concertar una cita antes de que la misión tenga luz verde. Usted indíquenos la fecha y lugar. Sr. William D Hanisee”. -Al parecer acerté con un pequeño detalle que ellos daban por sentado.

Le pregunté que de qué hablaba, sí tenía conocidos en la NASA o que era todo ese rollo. Usualmente después de un palo uno come algo, se fuma un cigarro, se duerme o ya de plano se conviene el próximo encuentro, pero Pitonisa hablaba con ese aire apretujado de mujer madura que se sabe experimentada en las artes adivinatorias y el sexo.

-Ay, querido, antes que pedirme explicaciones, déjame decirte que el sexo de hoy ha sido tan bueno que no sólo vi que en enero a los Caribes de Arizoátegui ganarán la Liga Venezolana de Beisbol Profesional, sino que pude ver que ese sería su debut y despedida y vi también quien la ganará hasta dentro de tres años… Quién sabe…, tal vez sea importante soltar esa información desde ahora. -¿Conoces algún entrenados de beisbol venezolano?-, me preguntó como esperando que le diera toda una lista. Yo sólo reí y fingí pensar en su pregunta.

-Lo de la NASA, termino de contarte, fue encantador. Un día estaba encima de mi un hombre que conocí en la fila del banco. Era alto y amable, además me pareció  excitante como le brincaban las pequeñas venitas del cuello. Hablamos poco, lo necesario para proponernos una huida furtiva hacia algún hotel preferentemente desconocido para ambos. Ya en la habitación él quiso llevar la batuta, lo deje lamer donde más me gusta, amasar ahí donde me has pegado un mordisco hace rato, y meter sus dedos hasta donde ya te imaginas… El resultado: la visión clara y acelerada de cómo una fuga de algún gas extraño perforaría el depósito de combustible del transbordador espacial Discovery y toda su tripulación moriría por esa causa.

A ver…, a ver… Esta tía esta completamente loca, pensé mientras me limpiaba los residuos del, ahora, extraño coito y Pitonisa continuaba alardeando de sus visiones. ¿De qué demonios habla y por qué diablos me cuenta que alguien más la toqueteo de esa manera? Uno no va por ahí acostándose con señoras para escuchar como se las han cogido. Pero apenas era un atisbo de lo que en realidad era Pitonisa.

Ese día fue el primero de muchos en los que además de buen sexo ella me dejaría abatido en la cama mientras se apresuraba a recordar lo que había visto al llegar al orgasmo. De a poco fue soltando algunas de sus historias; cómo se dio cuenta de que podía predecir el futuro cuando cogía y cómo eso la había convertido en una mujer dominante en la cama. Yo, con apenas la mitad de años de Pitonisa, supe que ella sería mi pase a otro mundo; uno alejado de la universidad, del trabajo que no tenía y de los amigos que nunca me entendían.

Recuerdo que esa vez llegue a la casa de mi madre y busque en internet información sobre el transbordador espacial Discovery, el cual despegó sin ningún problema el 4 de julio de 2006. Me sorprendió leer al final del texto que de no ser por el trabajo de ingenieros y científicos aquella misión habría fracasado debido a algunas fallas en el depósito principal de combustible.